Originalmente publicado en http://www.meditacioncb.com
Cuando hablamos de Meditación la idea que muchos tienen es la de un monje con las piernas cruzadas en la posición de loto y en silencio o cantando el mantra “OOOMMMMMM”.
Algunos de los que ya conocen un poco tal vez dirán que es la práctica de dejar la mente en blanco.
Otros, más familiarizados, dirán que es una relajación de cuerpo y mente que nos trae paz y tranquilidad.
Algunos dirán que es estar en contacto con Dios. O dioses.
Quizás algunos dirán que es el contacto profundo con nuestra mente, o la Naturaleza de la Mente. O nuestra Buda o Cristo interno.
¿Y cuál sería la definición correcta? ¿O la más correcta?
Como la meditación es una especie de estado de espíritu, un conjunto de cualidades en el cuerpo, las emociones y la mente, creo que no se puede definir en un solo texto. Así que vamos a tratar de ser más amplios y decir que es “un profundo contacto con nosotros mismos y nuestro entorno.”
¿Cómo puedo entrenar a la meditación?
“¿Hay pasos a esta cosa? Cualquiera lo puede hacer? ¿Por dónde comienzo? Estoy demasiado ocupado, no me puedo sentar! Tengo tanto sueño, no puedo hacer nada. Soy muy …”, etc. En primer lugar, es importante entender que no todas las personas son iguales. Por otra parte, ya que cada persona pasó por diferentes experiencias y ambientes en su etapa de formación, es imposible en la práctica de tener dos personas iguales. Aunque todos funcionemos en los mismos procesos y mecanismos, cada uno de nosotros es diferente. Entonces ¿por qué tenemos personas que se parecen tanto?
Las personas trabajan en los mismos mecanismos, pero crean diferentes contenidos internos entre cada uno. Así que, incluso si creo un contenido donde yo prefiero los deportes extremos y mi gemelo prefiere la mecatrónica, estamos sujetos a los mismos procesos: frente a una toma de decisión, los dos tendremos tendencia a hacer antes que pensar. Es decir, puede ser que nuestras preferencias sean diferentes, pero las formas de llegar a ellos son los mismos. Así podemos generalizar diciendo que hay personas que son competitivos, otros son pasivos, otros son cautelosos, etc.
Conclusión: si prefiero ciertas cosas, mis objetivos de meditación deben estar alineados con ellas, ¿verdad? Y si yo suelo usar ciertos procesos para llegar allí, mi práctica de la meditación debe tener esto en cuenta, hasta que pueda ampliar mi gama de herramientas.
Los 3 Centros
En general, hay personas que prefieren hacer primero, y luego ver qué pasa. Estos son los instintivos. Hay aquellos que prefieren sentirse a sí mismos, a las personas y a los ambientes antes que nada. Los llamamos emocionales. Y hay quienes, naturalmente, observan y analizan todo racionalmente antes de tomar cualquier decisión. Estos son los mentales.
¿Cuál es la mejor manera de ser? ¡Ninguna! ¿Alguna vez se ha visto comprar formas de ser?
Los Instintivos tiene una gran ventaja: naturalmente, es decir sin un entrenamiento consciente, pueden tener mucha iniciativa y capacidad de reacción. Pero también pueden ser un poco más burdos o de visión corta.
Los Emocionales consiguen naturalmente ser sensibles hasta el punto de percibir cambios en las personas y entornos, de los cuales otras personas no se dan cuenta. Sin embargo, puede llegar a ser extremadamente sensibles y entrar en el drama y la exageración.
Los Mentales son naturalmente atentos e imaginativos. Consiguen explorar su mente sin la influencia de los otros centros. Pero pueden llegar a ser utópicos, cabeza-duras y difíciles de entender.
Cada uno tiene su qué…
La Práctica de la Meditación Completa
Para una buena práctica de meditación debemos incluir estos tres elementos en un cierto punto de la práctica. Esto se debe, en primer lugar, a que normalmente no conocemos nuestro centro principal -los tenemos bien mezclados y confundidos en nuestras vidas-. Y en segundo lugar, no es saludable trabajar un solo centro y haciendo caso omiso de los demás. Después de todo, si están allí podemos usarlos o atrofiarlos -y la represión o la atrofia nos van a causar problemas de por vida-.
Cuando una práctica se orienta directamente a un solo centro, esta práctica debería haberse indicado y supervisado por un Entrenador experimentado. De lo contrario, corres el riesgo de practicar algo que solo exaltará aún más tu lado preferido, llevándote a una exageración – y todo en exageración se convierte en perjudicial. O bien te puede llevar a trabajar duro un centro herido o reprimido, liberando sensaciones y emociones que no sabes cómo manejar. Ahora, cada vez que una práctica incluye los tres centros, aunque esta práctica te haga entrar en contacto con sentimientos y malos recuerdos, tu centro reforzado y tu centro de apoyo te “darán cobertura” para que puedas lograr este viaje de contacto profundo contigo mismo.
El Entrenador de Meditación
Un buen Entrenador o Instructor de Meditación sabrá indicarte las prácticas que te ayudarán a desarrollar los tres centros de una manera equilibrada. Observando las dificultades que tienes en la práctica, sabrá decirte tus desequilibrios a corregir y tus talentos naturales.
Por ejemplo, si entras fácilmente en la meditación activa y te sientes bien después del ejercicio y puedes meditar sentado mejor, puede significar que tienes una facilidad para lo instintivo. Tal vez, esta misma facilidad puede suceder después de un canto melodioso, entonces es posible que tengas una inclinación natural para lo emocional. Por supuesto, debes observar con mucho cuidado, porque hay muchas cosas que influencian y por lo tanto es vital contar con la ayuda de un entrenador para acompañar tu proceso de crecimiento en la práctica.
Practica. Reúnete. Persiste.
Nadie creció o se transformó sin haber llevado a cabo una práctica. Nadie equilibró o expandió jamás un centro sin haber producido este cambio. Por lo tanto, busca un grupo de meditación que te ayude a practicar. Busca un Entrenador o Instructor de meditación que te guíe en este proceso. No necesitamos hacerlo todo solos, ni reinventar la rueda. Si alguien ya la descubrió, podemos utilizar la experiencia de estas personas y crear algo aún más profundo, evitando así tener que empezar de cero. Esta es la necesidad práctica de un Entrenador y de un sistema de Entrenamiento. Y nunca desistir: cambia, adapta, transforma. ¡Pero siempre hacia adelante!
Que a través de cada una de nuestras acciones, palabras, sentimientos y pensamientos, los seres de este mundo puedan aprender, crecer, ser y servir a los demás.